El nuevo estudio revela que las mujeres embarazadas que viven cerca de campos y granjas donde se aplican estos compuestos experimentan un riesgo un 66% más elevado de tener un hijo con TEA o retraso del desarrollo. Las asociaciones más fuertes se producirían en las exposiciones durante el segundo y tercer trimestres del embarazo. La investigación examinó las relaciones entre clases específicas de plaguicidas, incluyendo organofosforados, piretroides y carbamatos, aplicados durante el embarazo de 970 participantes en el estudio y los posteriores diagnósticos de autismo y retraso en el desarrollo en su descendencia (niños entre 2 y 5 años). Los organofosforados aplicados en el transcurso del embarazo se asociaron con un riesgo elevado de TEA, particularmente para aplicaciones de clorpirifos en el segundo trimestre. Los piretroides se asociaron moderadamente con TEA inmediatamente antes de la concepción y durante el tercer trimestre. Los carbamatos aplicados durante el embarazo se asociaron con retraso del desarrollo. |
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[Environ Health Perspect 2014] Shelton JF, Geraghty EM, Tancredi DJ, Delwiche LD, Schmidt RJ, Ritz B, et al. |
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