Sí solo tienes 5 minutos, lee esto: En los mercados de Florida, la gente vaciaba los estantes en busca de agua antes del huracán Milton, conscientes de que podrían quedarse sin suministros. Ahora, imagine que la verdadera tormenta no es física, sino espiritual. El tiempo de angustia profetizado en Daniel 12:1 se acerca, y muchos nos sentimos desprevenidos. Pero Jesús ofrece el agua de la vida, como dice en Juan 7:38: “De su interior brotarán ríos de agua viva”. Este es el suministro espiritual que necesitamos para resistir la crisis final antes del regreso de Jesús.
Contenido:
La Crisis Espiritual que se Avecina
La Biblia nos advierte que habrá un tiempo de gran angustia, mayor que cualquier otra en la historia. Daniel 12:1 lo describe como un momento de gran sufrimiento, pero también de liberación para el pueblo de Dios. Este tiempo exigirá fortaleza espiritual, pero muchos de nosotros nos preguntamos: ¿Estoy preparado?
El Agua de la Vida
En Juan 7:38, Jesús dice: “El que crea en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva”. Esta agua no es física, sino espiritual. Es la presencia de Dios en nosotros, el Espíritu Santo que nos fortalece y nos da vida eterna. En los tiempos de crisis, esta agua será nuestro mayor tesoro.
Cómo Prepararnos
- Busca una relación cercana con Dios: La oración y el estudio bíblico son fundamentales para almacenar el agua de la vida en tu corazón.
- Renueva tu mente: La Palabra de Dios es tu guía para entender los tiempos y mantener la fe.
- Comparte con otros: La comunidad de creyentes es un apoyo mutuo en los momentos difíciles.
La Promesa de Jesús
Jesús nunca nos deja solos. Su promesa es clara: aquellos que confían en Él tendrán el poder para resistir cualquier prueba. El agua de la vida no solo nos sustenta, sino que también nos da la fuerza para compartir esperanza con otros en los tiempos más oscuros.
Conclusión
La crisis espiritual se acerca, pero no estamos indefensos. Al igual que las personas en Florida buscan agua para protegerse del huracán, nosotros podemos almacenar el agua de la vida mediante una relación cercana con Jesús. Él es nuestra fortaleza, nuestro refugio y nuestra esperanza.